Contra viento y marea...

Trabajo en el turno nocturno de una empresa en el sur de la capital, y debido a lo llena que están las micros a la hora que ingreso, decidí tomar mi bicicleta y aprovechar el frescor de la tarde para pedalear por la ciudad, hacer ejercicio y bueno, por supuesto ahorrarme unos pesitos.
Después de unos minutos de avance por la Gran Avenida, algo llamó mi atención en el bandejón central al principio pense que era alguna basura, pero al acercarme, cual no fue mi sorpresa al descubrir que era una planta de tomate y que dignamente se levantaba con un fruto en su tallo, el cual maduraba lentamente.
Seguí mi camino, pensando que se trataría de alguna rama que una feria dejó botada. Al otro día volví a mirar la pequeña planta y era verdad, era una planta hecha y derecha.
Llegué a mi casa y pensé en el gran esfuerzo que tiene que haber realizado una diminuta semilla que quedó allí, creció con casi nada de agua, tratando de hendir sus raices entre el duro cemento, resistiendo un sol abrasador y teniendo a un poste de hormigón como gigantesco tutor. Todas las condiciones le eran adversas, sin embargo, ella logró pelear contra viento y marea y logró su objetivo, un tomate.
Esta historia sé que la recordaré y se la contaré a cada persona desanimada con los fracasos porque ella tiene que ser como esa plantita y olvidarse de lo que la rodea para concentrarse en su objetivo.